Desde temprana edad el ser humano está sometido a experiencias distintas e innovadoras que le permiten ejercitar la mente de una manera constante, ¿Recuerdas cuánto te costó dar tus primeros pasos o pronunciar tu primera palabra? Lo más seguro es que no, pero aún cuando hoy en día parece fácil caminar y gesticular vocablos, en un momento determinado de la vida no era tan sencillo.
Cuando somos niños los nuevos conocimientos que necesitamos adquirir para seguir creciendo son incontables, sin embargo a medida que va pasando el tiempo los aprendizajes son cada vez más esporádicos y, de cierta forma, nos convertimos en personas más rutinarias por lo que el cerebro pasa de estar en un estado totalmente activo a uno de tranquilidad y confort.
Es de conocimiento general que para tener una larga vida es preciso llevar hábitos alimenticios saludables, practicar deporte y ejercitar la mente, de hecho, uno de los puntos más importantes es el último, ya que el cerebro es un órgano fundamental dentro del funcionamiento del cuerpo humano y es necesario retar nuestras capacidades y habilidades si queremos conservar la memoria, la agilidad mental, espacial y numérica.
¿Qué puedo hacer para ejercitar la mente? En realidad hay muchas actividades cotidianas que ayudan con esta labor, ejemplo de ello es ir al supermercado sin una lista escrita y utilizando solamente la memoria para recordar qué necesitan en casa, cambiar de ruta para ir a un lugar frecuente, rememorar por la noche todo lo que se hizo a lo largo del día, prescindir de la calculadora y sacar las cuentas mentalmente, entre otras.
Asimismo, recrearse a través de juegos de palabras, sudoku y memoria, leer libros, revistas y periódicos, identificar olores del ambiente, probar comidas nuevas y adivinar sus ingredientes, aprender un nuevo idioma y practicar una actividad desconocida también son herramientas útiles que mantienen funcionando el cerebro para evitar su desgaste.